No hay que pelear coronas, sino derechos: "Tevea"



Texto: Sandra de los Santos
Fotos: Roberto Ortíz 

UNO
Todos los días cuando sale de su casa para ir a trabajar su mamá le dice: “que te vaya bien y que Dios perdone tus pecados”. Norma dejó de tomarle a mal el comentario desde hace mucho, y prefiere pensar que es la forma que tiene su madre de darle su bendición.
Norma Dilery Sánchez Magdaleno, mejor conocida como “Tevea”,  tiene 42 años. No nació con ese nombre, apenas, hace un año pudo cambiárselo porque el Estado Mexicano reconoció su cambio de identidad de género después de un juicio.
En su cotidianidad, se levanta tarde porque en las noches se dedica al trabajo sexual. Cuando despierta se incorpora a las labores del hogar, que desde temprano, ya iniciaron su mamá y su sobrina con quienes vive. Le gusta cocinar y las tareas de la casa. Su relación familiar, ahora, es tranquila, la han aceptado, pero no siempre fue así. Su madre es cristiana pentecostés y pasó por varias crisis antes de aceptar la decisión de su hija. De su padre habla poco, dice, que era un hombre de Villaflores de sombrero y botas, un clásico macho mexicano, pero que tenía sus secretos que quedaron al descubierto con su muerte.
Para Norma nunca hubo dudas. Ella siempre ha sido mujer si tuviera el suficiente dinero desde cuando se hubiera deshecho de lo único que le queda de su sexo biológico, pero la cirugía es cara. En su casa conserva una fotografía de cuando estaba en el preescolar y veía con cara de enamorada a otro niño. Siempre supo que había nacido en el cuerpo equivocado.

DOS
Norma Dilery se siente incómoda cuando le toman fotografías. Es curioso porque participa en un canal de youtube y hace transmisiones en vivo mientras espera clientes en la calle, pero con las fotografías siempre ha tenido problemas. Aun así es paciente e intenta seguir las instrucciones que le da el compañero fotógrafo.
“Lo mío no es la modelada es la actuación” dice riendo haciendo referencia a sus intervenciones en un canal de youtube por el que se ha dado a conocer en Tuxtla, y las transmisiones en vivo desde su perfil de facebook. Su exposición en las redes sociales le ha traído de todo: comentarios ofensivos por su físico, personas que la abordan en la calle para saludarla y pedirle fotografías, y hasta clientes temerosos de ser grabados.
Mientras le hacen la sesión de fotografía habla de sus cirugías, en total tiene cinco,  porque hace poco se hizo una lipoescultura. Las operaciones se las ha realizado, en gran medida, por su trabajo porque así consigue más clientes.
´Tevea´ es voluptuosa por donde se le vea. La fruta más grande queda intimidada en comparación del tamaño de sus pechos al grado que piensa en disminuir de tallas cuando sea más grande y se haya retirado del oficio. Sus pompas son también enormes y se le han endurecido porque en algún tiempo se puso biopolímero, un material que acostumbra usar las “trans”, que se dedican al comercio sexual,  y que es riesgoso al grado que no hay médico en su sano juicio que se atreva aplicárselos así que se lo ponen entre ellas a su buen entender. Algunas también usan aceite comestible. No hay certezas de qué producto es peor para la salud.
Durante la entrevista, hablamos también de los concursos de belleza entre la población transexual y los estereotipos que se fortalecen con esta clase de eventos. “Yo creo que hay que pelear los derechos y no coronas. La que quiera participar que participe ya cada una sabrá por qué lo hace”.
Para Norma el foco de atención de las personas transexuales debe de estar en la defensa de sus derechos sobre todo el de tener un trabajo digno y una atención integral a la salud. Su preocupación en estos temas no es de gratis. Hace un par de años le detectaron células cancerígenas y eso la hizo reflexionar sobre su condición de vulnerabilidad.
La precariedad y el estigma obligan a muchas mujeres transexuales a dedicarse al trabajo sexual. Solo en las calles de Tuxtla Gutiérrez, Norma, calcula que hay unas 80 ejerciendo este oficio.  

TRES
El cuarto, en donde atiende a sus clientes, antes funcionaba como garaje de una casa del centro de Tuxtla. Las divisiones se hicieron de manera rudimentaria con paneles de tabla-roca. El espacio está dividido en tres: un baño completo al fondo, un cuarto en donde solo cabe una cama matrimonial y una parte que está vacía, pero que a veces usa como otro cuarto. La única puerta formal que hay es la principal que da  a la calle. En las otras solo hay cortinas y todas están levantadas así que de un vistazo se puede ver a detalle todo el lugar. En este sitio conversamos. No hay ningún mueble solo la cama y un espejo roto. Así que nos acomodamos como podemos para platicar.
Norma Dilery empezó en el trabajo sexual en el 93´ en la época en que más asesinatos de personas homosexuales se registraron en Chiapas. Las versiones más reservadas hablan de 11 asesinatos entre 1991 y 1993, cuando era gobernador Patrocinio González Garrido,  pero “Tevea”, calcula que fueron como 17. A un par de ellas conoció, aunque con ninguna tuvo una relación cercana.
“Una amiga me dijo ´vámonos al fiché´ y esa misma noche me pintó, me arregló y nos venimos a trabajar. Tenía unos días que estaba trabajando cuando nos fuimos a sentar al parque central y nos encontramos a ´la Vanesa´ y nos dijo que mejor nos fuéramos, que estábamos muy chiquitas y que estaba muy feo el trabajo en ese momento a los pocos días a ella la mataron, es la que apareció por acá en el banco” cuenta  como que si nosotros conociéramos toda la historia. Suelta los nombres de varias de las jóvenes “trans” que fueron asesinadas y las circunstancias en las que fueron apareciendo.
“Recuerdo el caso de esta niña, ya se me olvido su nombre, que el mismo día que entro a trabajar ese día la mataron. Fue debut y despedida, ahora, sí pienso que pude haber sido yo porque a mí igual que a ella un día me dijeron ´vámonos al fiché´ y me vine sin pensarlo”.

En aquel entonces, ´Tevea´ no estaba muy consciente del peligro del oficio, estaba emocionada por el  ambiente en el trabajo y el dinero que deja. Aunque no le va tan bien como antes sigue ganando más en las calles que en los otros trabajos que ha tenido. Fue cocinera algún tiempo y solo sacaba 100 pesos diarios laborando de 6:00 de la mañana a 7:00 de la noche.
´Tevea´ es alegre y espontánea también se nota  que no se sabe dejar y que los años en el oficio la han puesto alerta, que aprendió que para andar en la calle hay que saber esquivar los golpes y estar a “las vivas”. Atrás de la puerta de su cuarto tiene un enorme garrote de madera que le dio su vecino para que se defendiera porque en su trabajo jamás se sabe con quién se va a topar.
“Antes nos levantaban y hasta allá volaban los grandes tacones porque teníamos que salir corriendo. Si te contará todas las veces que terminé en la popular (cárcel municipal), ahora, hemos llegado un acuerdo con el municipio, que nos permite estar más seguras y a los clientes también”.
Aunque reconoce que algunas cosas han cambiado para bien también dice que la situación para las personas transexaules está muy lejos de ser la deseable. “Creo que la homofobia ha disminuido, pero ahora está muy fuerte la transfobia porque las personas gay consiguen trabajo, tienen a sus amigos, pero para nosotras es más difícil conseguir un empleo en donde podamos llegar vestidas y hacer redes de apoyo”.


Norma Dilery tiene el tono y modo de hablar de las personas tuxtlecas. Su familia fue una de las fundadoras de la colonia Patria Nueva. Con naturalidad dice “vos” o “ideay” y cuando se refiere a las personas más grandes les dice “tía” o “tío”. Pasa de mentar madres a mentar a Dios en una sola oración. En su forma de hablar también se  nota que ha pasado por una formación como activista de los derechos de las personas transexuales. Habla de empoderamiento, cabildeo con las autoridades y redes de apoyo.
La conversación se prolongó más que lo esperado, pero ya había decidido no trabajar este día porque los lunes de por sí son bajones y además de la entrevista tiene una reunión con diferentes colectivos que trabajan por los derechos de la población LGBTTTI, están organizando la marcha del orgullo gay, que se celebrará en unos días.
Norma sale con nosotros de su cuarto. Sus vecinos se han acostumbrado a ella, a su forma de contonearse por la calle, saluda a varios en el camino y se despide de nosotros para irse a su reunión porque los derechos no se defienden solos y hay que organizarse.


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